Muchas de las personas que padecemos cáncer hemos sufrido, en mayor o menor medida, algún tipo de "amputación". Y es entonces cuando apreciamos lo importante que es cada órgano que conforma nuestro cuerpo. En mi caso, me practicaron una "epiglotectomía". Nunca antes había reparado en este órgano (la epiglotis) y su importancia. Su amputación supone re-aprender a deglutir, cambios en la entonación, disnea traqueal....
Al principio parece una gesta imposible, ya que a ello se le suman algunos otros "daños colaterales" que dificultan aún más este ejercicio. Pero es en esos momentos en los que aflora una fuerza vital, unas ganas innatas de superación y, en mi caso, una gran tozudez. Recuerdo como en el hospital, sin poder apenas hablar, iba armada con mi libreta y el boli, en la que escribí "quiero comer" para mostrársela al doctor y a las enfermeras; ambos me miraron ojipláticos y me advirtieron de los posibles peligros que esto suponía. Ya habían pasado dos semanas desde la operación y alimentarme por sonda nasográstica me resultaba aburrido. Y, por fin, mi insistencia dio sus frutos. No fue fácil, probablemente pequé de ingenua, pero recuerdo como preparaba mi espacio en aquella minúscula habitación, como intenté memorizar cada indicación que me dieron... corría la cortina, me sentaba en la silla, agachaba levemente la cabeza y ejercía una especie de torsión con el cuello... observaba esa cucharadita de gelatina, pensando en cómo lo iba a hacer. Los primeros intentos fueron fallidos, me atragantaba y tosía hasta la saciedad.... pero la perseverancia al final acaba dando sus frutos. ¿Qué sabio es el cuerpo humano! capaz de adaptarse a las circunstancias.
Una vez realizado el tratamiento posterior (quimioterapia y radioterapia) la lista de secuelas se iba engrosando. En un principio siempre anhelas que todo vuelva a ser "como antes". Pero el cáncer marca un antes y un después, un punto de inflexión; el pasado pasó, el futuro es incierto pero está el hoy y el ahora. Renaces como una persona nueva. Es momento de re-aprender y aceptar la nueva situación, tus capacidades y tus limitaciones. No existen las comparaciones, ¡¡¡existes tú!!! Un ser único, maravilloso y especial.
Aceptar ciertas limitaciones lleva su tiempo pero la meta se alcanza y la vida vuelve a fluir.
Ya no anhelo mi órgano perdido, ya no anhelo nada del pasado... lo que quiero es ahuyentar esos fantasmas que, en ocasiones, sobrevuelan mi mente, para poder saborear cada instante que esta vida me regala.
No os conforméis con diagnósticos lapidarios que nos sentencian a la "cronicidad" o a la "caducidad". Os puedo asegurar que con el tiempo y siendo insistente, perseverante y hasta pesada, he mejorado en la deglución, en el habla, la movilidad del brazo...
Muchas veces no se nos ofrece la información sino que debemos ir a buscarla. Revindicar nuestros derechos y luchar por nuestra dignidad.
Con esta misma filosofía quiero seguir afrontando esta segunda batalla y hoy respiro hondo para nutrirme de fuerza para el penúltimo ciclo de quimio.
😘😘😘😘
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